Domingo
P. Paucar Pari
En las comunidades Andinas del
Perú, el toro ha sido integrado en la vida diaria y dentro de la economía y
cultura, por tanto; el toro es otro ser más tal y cual como los demás animales
con vida y alma andina, como la piedra, la tierra, las plantas los frutos, el
agua, granizo, viento enfermedades sol, luna las estrellas, todos forman la
gran familia del hombre andino, se ayudan entre ellos y se encuentran en
constante diálogo. Bajo la tutela de los Apus, deidades, ILLAs, que integran y
moran este pacha.
En torno al toro se cuentan
tantas cosas; cuentos, mitos. Es muy popular los cuentos de los toritos, toros
brillantes que salen de lagos, lagunas, puquiales que en la concepción andina
son las “paqarinas”, los orígenes de vida, las ILLAs; que, según Alfredo
Mires1: también el ganado vacuno tiene su illa que es una vaquita o un torito
muy chiquito, brilloso que sólo se aparece por las noches, en los sitios donde
duerme el ganado. Según la señora Manuela Pari Galindo2, eso aparece para que
el ganado se multiplique, por ejemplo: dentro de sus vacas a vacas al atardecer
dice que aparecía un pequeño torito plateado que perseguía a las vacas y
trataba de servir a las vacas y de un momento a otro desaparecía en una pequeña
laguna. Y sus vacas aumentaron de un momento a otro.
Como la presencia de toros brillantes y plateados representa para el poblador andino producción, buena cosecha, mientras el torito brillante y dorado significa un año no muy bueno o presencias de sequías.
Por eso cuentan que en noches de
luna llena este par de toros “salen” de las lagunas y se baten en duelo durante
toda la noche y cuando gana el toro de color plateado significa que habrá buena
cosecha, si sucede lo contrario será un año de hambruna.
Los toros en muchos pueblos del Altiplano son considerados como sinónimo fuerza, por ello, en la parte superior de sus viviendas colocan un par de toros, lo que de manera simbólica cuidan, “guardan” el hogar. Mucho de los trabajos de los toritos de pukara (Lampa-Puno) llegan a cubrir los techos de las casas o viviendas de las familias nuevas o simplemente la vivienda nueva.
Por ello, el hombre andino integró a este animal en su vida cotidiana, junto a los otros animales, el toro es subsistencia parte de la economía, es poesía-canto, mito y cuento; el toro refleja la fuerza, la pujanza del hombre andino, ahora el toro es su vida.
Los toros en muchos pueblos del Altiplano son considerados como sinónimo fuerza, por ello, en la parte superior de sus viviendas colocan un par de toros, lo que de manera simbólica cuidan, “guardan” el hogar. Mucho de los trabajos de los toritos de pukara (Lampa-Puno) llegan a cubrir los techos de las casas o viviendas de las familias nuevas o simplemente la vivienda nueva.
Por ello, el hombre andino integró a este animal en su vida cotidiana, junto a los otros animales, el toro es subsistencia parte de la economía, es poesía-canto, mito y cuento; el toro refleja la fuerza, la pujanza del hombre andino, ahora el toro es su vida.
Muchas de las fiestas andinas están basadas en “fiestas” importadas, impuestas, aprendidas, y finalmente apropiadas; pero, dentro de esa asimilación y apropiación imponen una marca propia. Ello es una marca de identidad, la identidad andina.
La fiesta de toros -con la presencia española- o la “corrida de toros” era una parte de la fiesta central, una fiesta, no era fiesta si es que no se integraba la fiesta de la corrida de toros.
Como sabemos, el toro llega con los españoles y con una característica propia del que venía importado, era la diversión o espacio de desfogue las corridas de toros, un espacio expresión de la fuerza, del peligro o era la representación de la muerte. Por ello el español organizaba las corridas de toros, donde el protagonista central era el toro, entrenado, preparado para estas corridas, donde el hombre armado de herramientas para combatir al toro ingresaba al ruedo y por lo general siempre ganaba, porque siempre tuvo la oportunidad de ganar. Ser torero en una corrida era toda una profesión. El hombre para estos casos se entrena como para asistir a una guerra. Y como dije siempre tiene la posibilidad de ganar porque para ello llevaba armas y está preparado y el toro sale perdiendo. Lo que hace el hombre-torero es torturar al animal despiadadamente, con toda clase de armas del que está dotado, preparado física, psicológicamente, y ya se sabe que el toro va morir. El hombre saldrá triunfante.
Dentro de esa demostración de sacrificar animales para el deleite de gente de la alta sociedad que quiere ver sangre en la arena. Existe otra propuesta aprendida, el que se desarrolla en otros espacios, son corridas de toros de los sectores de la clase social baja, donde la característica central es el jugar con el toro, hasta poniendo en riesgo la vida de la persona.
Los pueblos anteriormente se les identificaban con ciertas labores, había pueblos a los que se les conocía como eminentes toreros por vivir de cerca de toros, porque los toros jugadores que se presentaban en los pueblos y sus ferias no eran simples toros domésticos y echarles al ruedo. No había que entrenarlos y había pueblos que se dedicaban a ello.
En los pueblos las corridas se organizaban de acuerdo a la voluntad y el esfuerzo de los organizadores, o era un cargo dentro de la fiesta principal, el torerazgo, quién tenía la labor de gestionar la presencia de toros jugadores y armar el turu phukllay.
Después de la fiesta central de cada fiesta patronal los concurrentes se congregaban alrededor de la plaza principal, donde cerraban los accesos y la gente observaba de las viviendas o lugares donde el toro no podía acceder.
Se daba inicio al juego del toro y este corre buscando por donde salir de ese ruedo organizado en base a voluntad con a algunas tablas, lazos, troncos generalmente abastecidos por el por el carguyuq.
Dentro del turu phukllay en algunos casos sucedía que los más osados en tratar de torear al toro, eran las personas que se habían pasado de copas. Y se entregaban al toreo, pero no podían calcular sus propios reflejos y eran arrojados como a simples trapos. La gente ríe, grita, los ánimos se enervan, pasan uno tras otro los toreros, entran de igual manera los toros a la plaza, hay fracturas, cortes, daños en los brazos, muslos, ponchos rotos, sacos, partidos. La gente atiende a los heridos. Y termina la fiesta, la banda anima y el carguyuq se retira de la plaza, los toros vuelven a sus lugares de origen, nadie murió, no hay toro que haya sido matado. El comentario es general acerca del turu pukllay, se hace alusión a los que mejor torearon. Se habla de los que peor torearon, de los que fueron dañados.
Los niños cantan canciones alusivos al juego del toro, o al turu phukllay: turitus phukllaska sicuani plasapi… -(de la canción sólo me queda un vago recuerdo del resto ya olvidé)-, los acompañantes salen bailando de la plaza. Los niños repetirán el juego durante varios días.
Los referentes de las corridas de toros eran los pueblos de las partes altas del Cusco, como Chumbivilcas, Sicuani… Santa Rosa de Puno, entre otros. Se decía que todas las personas que provenían del pueblo Cora cora – Ayacucho eran los mejores toreadores.
En muchos otros pueblos después de una fiesta en una comunidad bastante pequeña siempre se remataba con el turu Phukllay. Pero no era un verdadero partido de corrida de toros, sino que se imitaba una corrida de toros con participación de algunas personas principalmente varones, conseguían unas astas de toro y una manta encima, ya estaba el toro.
El turu pukllay, juego de toros era común en los pueblos de los Andes, por ejemplo; después del techo de una vivienda por la noche se llevaba el chunqueo, y al día siguiente pasado el mediodía se llevaba una corrida de toros. Como en el caso anterior se conseguía unas astas de toro, una manta que cubría a la persona que hacía de toro y por supuesto toreros que toreaban, músicos acompañaban y la familia de la nueva “casa” aprovisionaba de comida y bebida para todos los participantes. Al final toro y toreros se iban bailando nuevamente a la casa nueva.
Eso significaba la corrida de toros o el turu phukllay en las poblaciones andinas era un juego. Pero dentro de los últimos años, muchos de esos mismos pueblos donde una corrida de toros era simplemente un juego, hoy tratan de imitar las corridas de toros de los “otros”, hasta las autoridades como los Alcaldes han construido plazas de toros como una obra principal, y promoviendo “toros de muerte”. Con toreros aprendices que en muchos de los casos intentan matar a los toros, más lo que hacen es hacer sufrir al toro de esta manera trastocando el pensamiento y practica de los pueblos de los andes donde el toro es un ser más al que se le respeta como tal y que convive con el hombre desde hace mucho.
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1 Mires, Alfredo (1988) Los Seres del más Acá. Tarea. Cajamarca-Perú.
2 La señora Manuela Pari Galindo, vecina de la comunidad Campesina Capano-Capachica (Puno) cuenta con 80 años de edad. Entrevista17 de mayo de 2009.
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